lunes 25 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

Crisis previsible

Por Redacción El Ancasti
Numerosos precedentes permitían predecir la ruptura del bloque oficialista en la Cámara baja que se produjo ayer con la salida del grupo de cuatro diputados que responden al senador nacional y ex vicegobernador Dalmacio Mera. Fue sorpresiva quizás por el momento seleccionado para perpetrarla, pero no puede decirse que estuvo exenta de señales previas. Se trata de un hecho significativo en lo institucional, primero, porque el Gobierno sufre bajas en sus filas cuando aspira a sacar de la Legislatura la reforma del Poder Judicial con la ampliación de los miembros de la Corte de Justicia, aparte de intentar dar nuevos bríos a la reforma constitucional. Después, en lo político, por el alejamiento, no se sabe si definitivo o circunstancial, de una de las tres patas de la coalición que desplazó del poder al FCS en 2011. En cualquier caso, exhibe defectos en la administración de la cooperativa que, con Mera, integraron los sectores de la gobernadora Lucía Corpacci y del intendente de San Fernando del Valle de Catamarca, Raúl Jalil. Aunque la alianza lleva, cierto es, cinco años al comando de la Provincia, son inocultables las fuertes tensiones que la atraviesan de modo permanente y remiten solo para las instancias electorales ante la convicción común de los socios: dividir el voto peronista significa exponerse a una derrota segura a manos del FCS, que consiguió reempinarse desde los escombros de una derrota que en su momento pareció concluyente.





Es temprano para hacer proyecciones. Habrá que ver cómo evolucionan los acontecimientos, fundamentalmente qué posiciones asumen los legisladores del llamado "merismo" y qué respuesta da el oficialismo a la escisión parlamentaria. Mera hace sentir su incidencia con gran sentido de la oportunidad, pues el Gobierno precisa acuerdos no solo para las modificaciones institucionales que se propone sino también para, llegado el caso, tomar deuda. Con la deserción de sus cuatro legisladores, Mera da vuelta sus naipes: tiene, en términos parlamentarios, prácticamente lo mismo que el barrionuevismo, que cuenta cuatro brazos más un díscolo que hizo rancho aparte. El bloque el FV quedó reducido a 14 miembros, contra 18 del FCS, que pasó a ser primera minoría. El quórum son 21. Vale decir que al oficialismo se le complicó la ingeniería de acuerdos legislativos que en la últimas semanas parecía habérsele simplificado.





Habrá reproches cruzados, en público y en privado, pero el "merismo" alega que nunca se sintió parte del Gobierno y enfatiza el hostigamiento del que el llamado "corpaccismo bobo" lo hizo objeto en forma sistemática, del que hubo incluso resonantes manifestaciones institucionales, como cuando el ex ministro de Educación José Ariza pretendió negarle el uso de la palabra a Mera, que estaba a cargo de la Gobernación, en un acto. Gestos similares abundaron y fueron respondidos por el "merismo", para dar lugar luego a distensiones siempre precarias, hasta la nueva crisis. Al margen de las recriminaciones mutuas, en el fondo se trata de la renuencia del "corpaccismo bobo" a admitir que Mera es un socio, y no un subordinado. La competitividad política del oficialismo surge de la sintonía entre los tres componentes de la cooperativa, sintonía que no es posible lograr en forma compulsiva. Si la intención fuera someter a todos a las decisiones del "corpaccismo bobo", el diseño debería haberse planteado de otro modo, con ese "corpaccismo bobo" decidido a jugar elecciones y gobernar prescindiendo del parecer de sus socios, cosa que todavía no ha hecho porque no quiere o no puede. El ninguneo recurrente tiene sus consecuencias, cada acción tiene su reacción. La ruptura del "merismo" es una de ellas. Pero como se dijo, habrá que esperar el desarrollo de los hechos para saber si el alejamiento es definitivo o se trata de un episodio más del juego de tensiones-distensiones oficialistas. Por lo pronto, Mera es senador nacional y, en tal condición, uno de los interlocutores necesarios en el vínculo Nación-Provincia. No es, y el planteo de sus diputados apunta a marcarlo, un cuatro de copas.
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Convención. La UCR, dura con el gobierno provincial, tibia con el nacional. 

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