Los
múltiples problemas que afectan a la educación nacional suelen provocar una
baja autoestima, derivada de la deficiente formación que se les atribuye a nuestros
profesionales en comparación con otros del resto del mundo, en particular de
los países desarrollados.
Pero se trata de una visión parcial, pues son
numerosos los casos de argentinos que se destacan a nivel mundial,
particularmente en el ámbito de la investigación científica.
El 2014
fue un año muy fructífero en hitos científicos. Entre ellos merecen destacarse
el descubrimiento del megadinosaurio en el territorio de la provincia de
Chubut; el lanzamiento del satélite Arsat-1; los avances en el diseño de
estrategias terapéuticas innovadoras para alteraciones inflamatorias
inmunológicas y cáncer, investigación liderada por el biólogo Gabriel
Rabinovich; y una terapia para combatir el ébola a partir de la aplicación de
un suero elaborado por investigadores del Instituto Maiztegui con plasma de
convalecientes del mal.
También el año pasado, la
Academia Mundial de Ciencias premió a los científicos argentinos Marcelo
Rubinstein y Daniel De Florian, e incorporó como miembros permanentes a la
bioquímica Ana Belén Elgoyhen y al astrónomo Félix Mirabel, todos ellos
investigadores del Conicet. Para medir el significado trascendente de estos
nombramientos es necesario puntualizar que desde 1983, año en que se fundó la
academia, solo 15 argentinos fueron premiados.
Rubinstein fue reconocido por su aporte a la comprensión de los genes
involucrados en el comportamiento del apetito, la adicción y la obesidad
utilizando ratones transgénicos.
De Florian, mientras tanto, fue premiado por
su "fundamental contribución para comprender la producción del Bosón de Higgs
en el colisionador de hadrones”.
Además, científicos argentinos que secuenciaron y decodificaron por
primera vez en el país el genoma completo de tres pacientes con trastornos del
espectro autista y epilepsia, descubrieron una alteración genética que sería la
causa de su patología.
El proyecto fue
liderado por el neurólogo Marcelo Kauffman; el químico especialista en
bioinformática, Adrián Turjanski; y el biólogo molecular Martín Vázquez, los
tres investigadores del CONICET.Hace pocos meses, el doctor Fernando Cáceres y la licenciada
Sandra Vanotti, ambos del Instituto Neurológico de Buenos Aires, perfeccionaron el diagnóstico
en esclerosis múltiple, y el equipo del Instituto de
Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano de Buenos Aires
y del Conicet lograron transformar células de la piel de personas diabéticas en
otras similares a las del páncreas humano, una técnica que permitirá en unos
cinco años suplir la falta de producción de insulina de manera inocua y
mínimamente invasiva.Son solo algunos de los
muchos logros que ha alcanzado la ciencia argentina en el último año y medio.
Tales avances se sustentan en un notable incremento del presupuesto para la
investigación científica y en la política de repatriación de "cerebros”
argentinos radicados en el exterior, revirtiendo las políticas devastadoras de
los años noventa.Es justo anhelar, en vista de estos resultados alentadores, que
estos avances se sostengan en el tiempo con el apoyo del Estado nacional, sea
cual fuere el signo político del gobierno que asuma en diciembre.