viernes 29 de marzo de 2024
Editorial

Crisis y oportunidad

Por Redacción El Ancasti

Los analistas del modelo productivo argentino coinciden en que el sector ganadero argentino, particularmente en lo que respecta a la producción de carne vacuna, atraviesa por turbulencias.Las estadísticas que se conocen en la región corroboran las presunciones. La consultora Abeceb.com señala que "la ganadería bovina en Argentina ha mostrado una fuerte reducción en los pasados años, a tal punto que, de mantenerse la tendencia de los últimos dos meses, 2014 cerrará con una producción de alrededor de 2,72 millones de toneladas, un 9,2% inferior a la observada una década atrás”.

Como contrapartida, el resto de los países de la región vienen evidenciando performances positivas. En Brasil la producción creció un 38,3% en la última década; en Paraguay un 200%; en Bolivia un 35% y en Uruguay se mantiene estancada.En nuestro país, la sojización de la Pampa Húmeda obligó a correr la frontera ganadera hacia el norte argentino. El problema es que las provincias no estaban preparadas para efectuar una reconversión productiva inmediata, por lo que el proceso está demorándose, explicando la pérdida de competitividad de la ganadería argentina respecto de la de los países vecinos.

Los mismos analistas coinciden en que vastas zonas de la región NOA presentan muy buenas condiciones climáticas y de suelo para convertirse en un interesante polo de desarrollo ganadero.Según los datos obtenidos durante la campaña de vacunación antiaftosa efectuada por el SENASA en 2010, Catamarca tiene un stock de ganado bovino que llega a las 223.000 cabezas, superando a Tucumán y Jujuy, pero muy por debajo de Santiago del Estero y Salta. En total, la región poseía, cuatro años atrás, casi 3 millones de cabezas entre vacas, vaquillonas, novillos y terneros.En la actualidad, la región NOA produce carne vacuna para cubrir el 70% de sus necesidades. El objetivo de mínima es el autoabastecimiento; el de máxima, producir para exportar.La meta del autoabastecimiento es, precisamente, la fijada en Catamarca para los próximos años a través del Plan Ganadero actualmente en vigencia.

Es ambiciosa, pero con planificación y coherencia en su aplicación puede lograrse.Tiene, por cierto, su lógica: la compra de carne en otras provincias insume más de 200 millones de pesos anuales, y el objetivo es que ese dinero quede en manos de productores locales.

La primera parte del Plan Ganadero fue el Plan Toros, que, como se sabe, apuntó a la mejora genética y tuvo resultados buenos o malos, según la perspectiva sea oficialista u opositora. La etapa actual contempla el apoyo estatal a productores, la promoción de la siembra de forrajes y la entrega de alimento para el ganado. Debería complementarse, además, con un plan de manejo de los pastizales autóctonos; el aseguramiento de la provisión de agua; y la incorporación de tecnología apropiada con el aporte, por ejemplo del INTA, entre otros factores a tener en cuenta. La crisis de la ganadería bovina en la Pampa Húmeda puede convertirse en la oportunidad de su desarrollo en el Noroeste argentino. De modo que este sector no puede estar ausente sino, más bien, ser inevitable referencia a la hora de diseñar el modelo productivo estratégico de Catamarca. 

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