Los
analistas del modelo productivo argentino coinciden en que el sector ganadero
argentino, particularmente en lo que respecta a la producción de carne vacuna,
atraviesa por turbulencias.Las
estadísticas que se conocen en la región corroboran las presunciones. La
consultora Abeceb.com señala que "la ganadería bovina en Argentina ha mostrado
una fuerte reducción en los pasados años, a tal punto que, de mantenerse la
tendencia de los últimos dos meses, 2014 cerrará con una producción de
alrededor de 2,72 millones de toneladas, un 9,2% inferior a la observada una
década atrás”.
Como
contrapartida, el resto de los países de la región vienen evidenciando
performances positivas. En Brasil la producción creció un 38,3% en la última
década; en Paraguay un 200%; en Bolivia un 35% y en Uruguay se mantiene
estancada.En
nuestro país, la sojización de la Pampa Húmeda obligó a correr la frontera
ganadera hacia el norte argentino. El problema es que las provincias no estaban
preparadas para efectuar una reconversión productiva inmediata, por lo que el
proceso está demorándose, explicando la pérdida de competitividad de la
ganadería argentina respecto de la de los países vecinos.
Los
mismos analistas coinciden en que vastas zonas de la región NOA presentan muy
buenas condiciones climáticas y de suelo para convertirse en un interesante
polo de desarrollo ganadero.Según los datos obtenidos durante
la campaña de vacunación antiaftosa efectuada por el SENASA en 2010, Catamarca
tiene un stock de ganado bovino que llega a las 223.000 cabezas, superando a
Tucumán y Jujuy, pero muy por debajo de Santiago del Estero y Salta. En total,
la región poseía, cuatro años atrás, casi 3 millones de cabezas entre vacas,
vaquillonas, novillos y terneros.En la actualidad, la región NOA produce carne
vacuna para cubrir el 70% de sus necesidades. El objetivo de mínima es el
autoabastecimiento; el de máxima, producir para exportar.La meta del autoabastecimiento es,
precisamente, la fijada en Catamarca para los próximos años a través del Plan
Ganadero actualmente en vigencia.
Es ambiciosa, pero con planificación y
coherencia en su aplicación puede lograrse.Tiene, por cierto, su lógica: la compra de
carne en otras provincias insume más de 200 millones de pesos anuales, y el objetivo
es que ese dinero quede en manos de productores locales.
La primera parte del Plan Ganadero fue el
Plan Toros, que, como se sabe, apuntó a la mejora genética y tuvo resultados
buenos o malos, según la perspectiva sea oficialista u opositora. La etapa actual contempla el apoyo estatal a
productores, la promoción de la siembra de forrajes y la entrega de alimento
para el ganado. Debería complementarse, además, con un plan de manejo de los
pastizales autóctonos; el aseguramiento de la provisión de agua; y la
incorporación de tecnología apropiada con el aporte, por ejemplo del INTA,
entre otros factores a tener en cuenta. La crisis de la ganadería bovina en la Pampa
Húmeda puede convertirse en la oportunidad de su desarrollo en el Noroeste
argentino. De modo que este sector no puede estar ausente sino, más bien, ser
inevitable referencia a la hora de diseñar el modelo productivo estratégico de
Catamarca.