viernes 29 de marzo de 2024
Caso Centeno

“Todo por una moto…”

El juicio por la muerte de Leandro Ezequiel Centeno, ocurrido en septiembre de 2012, marcó un precedente importante. Se trató del primer caso de secuestro coactivo seguido de muerte en la Provincia.

Por Redacción El Ancasti
 Hubo cinco imputados, tres condenas a reclusión perpetua y una absolución.

 El debate oral y público por la muerte del joven Leandro Centeno –acaecida en septiembre de 2012- fue de los hechos más relevantes en materia judicial, durante 2014. Se trató del primer caso de ‘secuestro coactivo agravado por el resultado: muerte dolosa’ de la Provincia. La Cámara Penal de Sentencia en lo Criminal de Primera Nominación, integrada por los jueces Fernando Esteban, Carlos Roselló y Fabricio Gershani Quesada, sentó un nuevo precedente.

El caso tenía como víctima a Leandro Ezequiel Centeno, un adolescente de 17 años. Hubo cinco imputados en el banquillo de los acusados: Facundo Delgadino, Diego Delgadino, Domingo Delgadino (padre de los dos primeros), Nelson Solórzano y Rosa Vera.

El debate se llevó a cabo en agosto del año pasado. En su declaración, Domingo Delgadino expresó que "acá no hay víctima ni victimarios. Que ellos –por la familia Centeno- se consideran víctimas y ellos –por los imputados- también son víctimas porque se ha destruido su familia. Que esta familia –por Centeno- se robó dos motos de ellos”. El padre de familia aseguró que, cuando se descubre el cuerpo de Leandro en el patio de su casa, dijo hacerse cargo pensando en sus hijos para salvarlos aunque no tuvo nada que ver. Insistió en que no sabía de lo sucedido y que sus hijos, Diego y Facundo, no le habían dicho nada.

A su turno, Facundo Delgadino manifestó que estaba dispuesto a declarar pero no a responder preguntas. Lo que recordaba era que ese día estaba en su casa y que había consumido drogas. Había ido a la casa de su abuela y allí le habían robado la moto, que había dejado en la vereda. Relató que Leandro Centeno iba a su casa; entró allí y con un cuchillo le dijo que le pague el rescate de $1.400 por la moto. Según Facundo, le recordó que ellos eran amigos pero el adolescente comenzó a levantarle la voz, exigiéndole el dinero del rescate. Leandro lo había atacado y mientras peleaban logró agarrar un cable. Así Facundo lo ahorcó; pensó que el chico se había desmayado. Con estas palabras, se responsabilizó por los hechos.

En tanto su hermano Diego expresó ser inocente y pidió perdón a la familia Centeno por su hermano Facundo. Rosa Vera contó que Leandro se había presentado en su casa con una moto que él mismo dijo que era de los Delgadino. Según Rosa, el chico había admitido que la había robado y que quería cobrar un rescate. La muchacha le había dicho a Leandro que se retirara porque no quería tener problemas con la Policía. A los pocos minutos, los hermanos Delgadino, junto con Nelson Solórzano se hacen presentes. Sabían que Leandro estaba allí. Rosa los hace pasar para que vean que allí no estaba. Sin embargo, por la tarde se encuentran en la casa de Rosa. Los hermanos Delgadino lo golpean y lo ‘apuran’ para que les diga dónde estaba la moto. Según Rosa, ella junto a otras dos personas hicieron todo lo posible para recuperar la moto, a fin de que no golpearan más a Leandro. En la golpiza, aseguró la chica, Diego le marcó la cara al adolescente con un cuchillo. Rosa fue a hablar con una tía del muchacho para dar aviso de que lo tenían "enfierrado”. Pasado un rato, Diego lleva a su padre, Domingo, y luego regresa. Con su hermano Facundo y Nelson Solórzano, entre los tres, agarran a Leandro y lo suben a la moto. "Iban los cuatro en una moto. En la moto iban Diego Delgadino que conducía, el Negrito –por Leandro Centeno- atrás, luego Solórzano y atrás Facundo Delgadino (…). Es verdad que Centeno andaba en malos pasos. No es justo lo que está pasando, todo por una moto de mier…”, expresó.

La confesión

La declaración de dos testigos fue fundamental para aclarar lo sucedido aquella noche.

Juan Carlos Robledo, tío de unos de los cuñados de los hermanos Delgadino, había manifestado en el debate que su sobrino, Dennis Leonel Romero, el día que aparece el cuerpo del joven Leandro le comenta algo. "Mirá, me pidió el auto Facundo Delgadino”, le dijo su sobrino y Robledo le contestó "no te metás, quedate en el molde”. Luego, el hombre se va a la Comisaría Novena, donde avisa que su sobrino le había advertido que "acá ha muerto uno o le están pegando”. La noche del 10 de septiembre, su sobrino le había enviado un mensaje de texto que decía "que habían matado a alguien, que los Delgadino habían matado a un chico Centeno y que le pedían el automóvil”. Al día siguiente, su sobrino lo llama y le dice: "lo han matado al chico Centeno y me están pidiendo el auto (…). Diego y Facundo Delgadino han matado al chico Centeno y lo han enterrado bajo la arena de su casa, quieren que les preste mi auto para llevarse el cuerpo, pero yo me negué”.

A su turno, el testigo Dennis Leonel Romero contó que le mandó un mensaje Facundo, que quería hablar con él pero nunca él dijo que quería ni qué pasaba. Facundo insiste y le dice que necesitaba un favor, que necesitaba el auto. Sin embargo, Dennis tenía el auto roto y que no podía. Más tarde, se encuentra con Facundo, quien le contó lo que había pasado, diciéndole que lo había matado a Leandro Centeno por el robo de su moto.

En su declaración ante los magistrados, el testigo aseguró que Facundo Delgadino le dijo textualmente: "Viste el chango que me robó la moto, lo hemos matado al chango”. Cuando el joven le pregunta por el cuerpo, Facundo le responde "está enterrado en la arena en mi casa”.

Sentencia

Tras las jornadas de debate, los magistrados de esta Cámara Penal, Fernando Esteban, Carlos Roselló y Fabricio Gershani Quesada resolvieron declarar culpables a Facundo Delgadino, Diego Delgadino y Domingo Delgadino como autores penalmente responsables del delito de secuestro coactivo agravado por el resultado: muerte dolosa de la víctima, y condenarlos a cumplir la pena de prisión perpetua. También, aunque con un voto en disidencia, se declaró culpable a Nelson Fabián Solórzano como partícipe secundario del delito de secuestro coactivo agravado por ser la víctima un menor de dieciocho años de edad y por el número de intervinientes: tres o más personas, condenándolo en consecuencia a sufrir la pena de cinco años de prisión. Por último, se resolvió absolver a Rosa Vera en la causa por el delito que venía incriminada.

 
Escena del crimen

El domingo 9 de septiembre de 2012 a las 23, aproximadamente, Leandro Ezequiel Centeno de 17 años de edad, ingresó en la casa. Allí se encontraba Facundo Delgadino y junto con Rosa reducen a Leandro. Luego llegaron Diego Delgadino y Nelson Fabián Solórzano. Horas después, en la madrugada del lunes, ingresa Domingo Delgadino. De este modo, en forma coactiva y violenta privaron de la libertad personal al joven, con el objetivo de que el chico les informara el lugar donde habría dejado una motocicleta de propiedad de la familia Delgadino que supuestamente este adolescente les habría sustraído con anterioridad -quizá ese mismo domingo por la tarde-.

El joven es golpeado en distintas partes del cuerpo. Más tarde, los hermanos Delgadino, Diego y Facundo, trasladan, en moto, a Leandro en contra de su voluntad. Querían evitar que se fugara. Llegan hasta su casa, la residencia de la familia Delgadino.

Entre ellos, los Delgadino y Nelson Solórzano retienen y ocultan al adolescente. Querían que les dijera dónde estaba la moto. Siguen golpeándolo y le causan varias heridas, con los puños y con un elemento filo cortante. Ya en estado de semi inconciencia, por la golpiza recibida, envolvieron por el cuello del chico un cable del tipo del empleado para el acelerador de motocicletas, el cual estaba anudado al cuello de la víctima al momento de su hallazgo, y lo estrangularon. Leandro murió, tras ser torturado, por asfixia por estrangulamiento. Una vez sin vida, su cuerpo fue envuelto con una lona y enterrado en un montículo de arena que se encontraba en el patio. El hallazgo del cuerpo fue el martes 11 de septiembre.



Textos: Basi Velázquez

Foto: Ariel Pacheco-Archivo Diario El Ancasti

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