domingo 24 de marzo de 2024
El mensaje de la Hermana Liliana del Carmen a la sociedad

“De las cosas simples, se comienzan a recuperar los valores”

La religiosa es una médica catamarqueña. Por su labor comunitaria recibió importantes reconocimientos.

Por Redacción El Ancasti
"Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el Evangelio y sanando por todas partes” (Lucas 9,6). Médica ginecóloga de profesión y religiosa por vocación, la Hermana Liliana del Carmen Quesada cumplió este año 25 años de vida consagrada. Recientemente, fue elegida Madre Generala de la Congregación Hermanas de los Pobres de Santa Catalina de Siena, en Roma, Italia. Estudió Medicina en la Provincia de Tucumán; su formación religiosa la inició en Buenos Aires y el noviciado lo efectuó en Paraguay. Su formación religiosa teológica la realizó en la Pontificia Universidad Gregoriana (PUG) de Roma. Catamarqueña de nacimiento, en agosto último estuvo de visita en su familia. Sus hermanos, primos, sobrinos y sobrinos nietos aprovecharon su llegada para compartir un momento a su lado.

Con su voz tranquila y su hablar pausado, cuando se le preguntó por su vida, solo dijo haber sido una hija común, con todos los problemas y satisfacciones de cualquier hija. "Crecí en una familia muy linda, con tradiciones que te ayudan a crecer y afrontar las situaciones difíciles del mundo, con todos los problemas de cualquier familia. Vivo una vocación a la que el Señor me llamó de muy chica, de la cual quise alejarme porque no quería saber nada de irme lejos de casa. Era muy apegada a mi familia, pero desde mi infancia maduraba el sueño de ser misionera e irme a donde me necesitaran. Con ese objetivo, decidí estudiar Medicina para poder dedicarme a personas que no tenían acceso a médicos acá, en mi pueblo pero el Señor fue más fuerte y me llevó por otro camino”, contó.

La Hermana Liliana hizo una excepción y recibió a Revista Express. Aseguró que su vida es muy simple pero completa y que como religiosa es muy feliz. Por su trabajo comunitario en los barrios y asentamientos más precarios y en riesgo social recibió como reconocimiento, junto con otras mujeres, una medalla a la "Mujer Tucumana". La distinción fue por parte de la Cámara de Senadores de la Provincia de Tucumán, por el servicio a los enfermos en el Centro de Salud de esa provincia. Vale aclarar que en Tucumán, la Hermana Liliana tuvo su formación como médica ginecóloga.

Precisamente, mientras residió en esa provincia, conoció a Luis Urbanc, hoy Obispo de la Diócesis de Catamarca. Se conocieron cuando la Hermana Liliana era estudiante y hacía guardias en ese Centro de Salud. En ese nosocomio trabajó en la sala de Oncología junto con el Dr. Audi, un prestigioso profesional, autor de varios libros. "El padre Urbanc, ordenado de poco tiempo, fue enviado a la Parroquia San Roque, ubicada frente a la casa de mi hermana, la familia Gershani, donde yo vivía. El Padre Urbanc era el capellán del hospital”, comentó.

Al mismo tiempo, compartió una anécdota: "en una misa, en la sala de los enfermos, el Padre habló de los Diez Mandamientos. Por Divina Providencia –para algunos y por pura casualidad para otros-, algunos de mis compañeros estando presentes en la sala, participaron pasivamente pero la homilía los tocó profundamente y dio pie para que a partir de ese momento pudiéramos hacer un trabajo pastoral con algunos de ellos y los enfermos”.

Además, contó que cuando el Padre Urbanc fue trasladado a Roma por estudio, fue reemplazado por su hermano, el padre Francisco Urbanc, con quien siguieron trabajando en la misma línea. "De esa experiencia, nació la amistad hasta hoy. Después de todos estos años, el Padre Luis es nuestro Obispo y cada tanto nos sentimos al teléfono”, expresó. 

"Mi preocupación son los jóvenes”

Durante la charla con RE, Sor Liliana contó que su intención era compartir un mensaje con los jóvenes. Para ello, ante todo, recordó el modelo de su padre, Don Ramón Quesada –a quien RE recordó hace unos meses-. "Mi papá nunca quiso nada para sí; siempre luchó por la Escuela de Minas, por la Escuela de Óptica, por la Escuela de Comercio y mucho más pero no fue por un bien personal. Nosotros nunca usufructuamos nada; al contrario, perdimos todo. La Escuela de Óptica mientras funcionó, fue en el taller de mi casa, con el dinero de mi papá. Él ponía el material para que los alumnos practicaran. Mi papá fue siempre un joven que creía que Catamarca tenía un gran potencial y lo tiene”, aseguró.

Además, la Hermana recordó cómo se manifestó su vocación.  "Yo vivía como tantas jóvenes de mi época pero un día una amiga me invitó a hacer un retiro para jóvenes, ‘Eslabón’. Ahí tuve mi primer encuentro con Jesús; me cambió la vida. Encontré al amigo que pacientemente me espera, me escucha. Al inicio, no me habló; solo sentí su mirada; me sentí aceptada como era. Me supe amada como jamás lo había sentido. Solo después de un tiempo sentí mi nombre. Me llamó por mi nombre; se metió en mi vida y me fue enseñando que la medida del amor es amar sin medida; que la entrega al hermano y al que sufre es cotidiana y empieza en pequeños gestos...”, consideró. Su familia compartió cómo fue el momento en que Liliana había anunciado que quería dedicarse a la vida religiosa. "Estábamos todos reunimos y ella trasmitió su decisión. Entonces empezó a cantar ‘Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena, he dejado de mi barca; junto a ti, buscaré otro mar’…”.

Sobre este amor, la religiosa opinó que, a su parecer, los jóvenes de hoy tienen más miedo de dejarse amar que de amar. "Yo les diría que no tengan miedo. Déjense encontrar por el amigo Jesús y salgan –como dice el Papa Francisco– ‘a hacer lío, a hacer la revolución del amor’. Yo soy consagrada.  ¿Sabes lo que quiere decir? Te lo digo con las palabras de nuestro querido Santo Padre, ‘la religiosa (la consagrada) es el icono de la Madre Iglesia y de la Madre María, icono de la maternidad, de la ternura de la Iglesia y de la Virgen... Además, la Iglesia es esposa de Cristo y las religiosas son esposas de Cristo; es de Él, del Esposo de quien toman todas las fuerzas. Es en la oración, con el Esposo delante del Sagrario, donde toma todas las fuerzas. ¿Te das cuenta? Yo, pobre e insignificante criatura, elegida para ser esposa de Cristo. Pero atenta. Mi esposo hizo el primer milagro en las bodas de Canaán, el matrimonio está a la base del misterio del amor, del amar por puro amor, solo por amor. Si los jóvenes dejan entrar al amigo Jesús en el noviazgo, no les faltara nunca el buen vino de las tres ‘F’: FIDELIDAD, FECUNDIDAD y FELICIDAD. Ese es el buen vino de las bodas de Canaán”, remarcó.

 Palabra de Madre

La entrevista con Sor Liliana abarcó distintos temas. Sin embargo, la religiosa destacó que Dios sigue llamando pero advirtió que el problema es que nosotros no escuchamos porque hicimos un mundo consumista pero Dios llama a esos que viven en lo mejor, a quienes no les falta nada y que les sobra de todo. "Es difícil que crezcan los valores en un joven que creció solo, sin familia, sin nadie que le vaya marcando valores. Dios va a llamar pero para el joven va a ser difícil entender el llamado. Hoy por hoy, es difícil entender el llamado a una vocación. No estoy hablando de una opción de vida como es la vida religiosa o sacerdotal. En mi tiempo y en cualquier tiempo atrás, uno quería ser médico por altruismo o quería ser ingeniero para poder construir. Uno buscaba lo que le gustaba y con base a lo que te gustaba ibas a construir tu futuro, tratando de ver si tenías condiciones y luchabas por eso. Hoy a los chicos no se les puede preguntar si les gusta esto. Hoy te dicen ‘hago esto porque no puedo hacer lo otro’ o ‘hago esto porque tiene salida laboral o voy a tener plata rápido’. El chico piensa en lo inmediato”, remarcó.

En este sentido, aclaró que el compromiso de por vida a un joven le cuesta porque para él todo fue inmediato. Nació en una época del ‘usa y tira’, de una tecnología en la cual se supera a los sentimientos, la vida express, los sentimientos ya no cuentan, precisó. Así como es fugaz el uso de una computadora porque ya salieron tres después de la que te compraste, es como que los sentimientos se usan y pasan. No estamos criando para los sentimientos duraderos y profundos, sostuvo.

"Hoy sos mi amigo y mañana no me servís porque los amigos son de acuerdo con lo que servís. Hay mucha gente que todavía tiene los valores y lucha por ellos. Hoy un niño o un joven con valores es mirado cruzado y es víctima de discriminación en el ambiente donde está. Si piensa distinto es discriminado porque piensa distinto. A los padres veo cómo luchan para mantener unida a la familia y para que los chicos tengan ideales. El punto es volver a los valores fundamentales, volver a la familia”, aseveró.

 "Una mujer muy entregada a su vocación”

 El obispo de la diócesis de Catamarca, Luis Urbanc, una vez enterado de la noticia de la designación de Sor Liliana como Madre Generala de las Hermanas de los Pobres de Santa Catalina de Siena, aseguró haberse alegrado por ella. "Me parece hermoso que la hayan elegido como Superiora Generala porque tiene mucha capacidad. Rezaré por ella para que Dios la proteja”, contó.

Además, recordó la época que compartió con la religiosa, en Tucumán, cuando ella estudiaba Medicina. "Cuando estudiaba Medicina era una chica muy alegre, buscadora, inquieta, de poder buscar la razón profunda de su vida. Ella paraba en la casa de una hermana. Todos los días venía con un grupo de personas y rezábamos laudes, a las 9 de la mañana. Conversaba con ella y la ayudaba un poco en ese camino de discernimiento de la vida religiosa y terminar Medicina. La acompañé un año, que fue el tiempo que estuve en San Roque. Luego me fui a Roma a estudiar”, puntualizó.

Pasados algunos años, el obispo y la religiosa volvieron a verse, en la canonización de San Juan Pablo II. Monseñor, comentó, almorzó en la casa donde reside la Hermana Liliana, en Roma. "Es una mujer muy alegre y muy entregada a su vocación, muy llena de Dios y responsable”, expresó.

 
 
 
Sobre tan importante designación, Urbanc recordó un mensaje papal: "soy siervo de los siervos de Dios”. El obispo explicó que los siervos son todos los bautizados. "Es el que tiene que estar más a los pies. También es importante en este rol de servicio, la función de la unidad, de la comunión. La autoridad en la Iglesia se la entiende como la vemos desde Jesús mismo o ser el promotor de una profunda comunión, de evitar de todas maneras posibles que haya dispersión. La autoridad unifica, no uniforma; hace la comunión dentro de la diversidad. Esta autoridad presta el ser servicio de que todo esté perfectamente armónico y todo confluya en el bien de todos aquellos a quienes servimos, como un engranaje. Con esa diversidad que hay, todo posibilita que funcione ese engranaje para que haya un movimiento. Esto es el servicio”, precisó.

Por último, aseguró sentirse alegre porque Dios preparó a Sor Liliana, quien colaboró con su dedicación, su esmero, esfuerzo y ser fiel con todo lo que se le pedía. "Cuando ella estudiaba Medicina era una mujer de oración. Todos los días rezaba y después profundizaba porque no se conformó con la misión. Dios la fue preparando para que hoy esté llevando adelante este servicio de conducir una congregación que fue creada porque Dios ha querido y que presta un servicio a la comunidad. Que Dios la ayude y la ilumine para que pueda tomar con decisión, caridad y suficiente ponderación aquellas medidas que son necesarias para el bien de esa congregación. En la vida de la Iglesia, es un servicio que se presta. Cuando uno está con Dios es muy libre frente a todas estas honras y títulos que nos ponen. Los cristianos estamos muy condicionados por una lectura de poderes, honras y privilegios y no tiene nada que ver con eso. Es más responsabilidad. Cuando a uno lo ponen en la tarea de tener que conducir una congregación, es ser máximamente servidor, estar a los pies de los demás”, indicó.
 
Texto: Basi Velázquez

Te Puede Interesar